Un verano sin el canto de la cigarra, sin los gritos de niñas y niños jugando, o sin un helado cremoso que derretir en la boca acalorada, más que un verano, es una tristeza. Por eso, agradezco a la vida que impida la muerte del "niño interior". Ese que todos llevamos dentro, aun sin saberlo, aun negándolo, y aun estando más proximos a la centena que a la unidad. Ese niño interior, al que apelan, desde los malos libros de autoayuda, hasta los padres de la sicología moderna como Carl Jung. Ese niño que es nuestra esperanza cotidiana en un mundo mejor. Y, lo más importante, la esperanza real de que está en nuestra mano crear ese mundo mejor. Agradezco al verano, a cada verano, el ruido y la algarabía de todas las niñas y niños de Torresol, que nos recuerdan que la vida es también ser felices jugando. Que parece que se nos olvida al crecer. Agradezco a los padres y abuelos, la comprensión y la sonrisa cómplices de entender, que los niños del presente, son los mismos del pasado y...
García es un ciudadano muy perplejo ante la postmodernidad y la "garrulez". Es un tipo feliz (porque no cree en los conceptos enlatados de felicidad). Y está comprometido con todas las revoluciones del ser humano -interiores y exteriores-, para conseguir un mundo mejor... Se abrió este blog para evitar el diván del sicoanalista. De momento no le va mal.