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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Navidad 2011, el retorno de un clásico ó se veía venir...

            Comencé esta serie, de felicitaciones navideñas “marcianas” cuando la Navidad terrícola había sido abducida por el capitalismo l´amoroso , hasta el punto de echar en falta al mismísimo Ebenezer Scrooge, como atormentador oficial de estos días...             Años después, más viejo, no sé si más sabio, pero más risueño seguro, sé que nada volverá a ser lo mismo; ni siquiera la Navidad que ya arrastran por el fango tantas otras sucursales abiertas para el culto al “becerro de oro”; incluidas aquellas que supuestamente emplean un anuncio de televisión para hacernos creer que el pasado puede volver siendo mejor y, además, nos lo dejan “a precio de ganga”... -                               Menudo descubrimiento, cretino –murmuro Mr. Scrooge -, 7 años de felicitaciones chorras para volver al minuto cero... -                               Pues sí tío triste –le contesté-, ahora sé más de lo que sabía, sigo sin saber lo que buscaba, y me he olvidado de lo que no quería saber... G

LA NAVIDAD LLEGÓ EN AVE

La Navidad llegó en Ave. A 300 kilómetros por hora. Llegó, cuando apenas creíamos en ellos, ni en la Navidad ni en la velocidad. Llegó desprovista de alegría. La pesadumbre de la crisis cuesta de levantar. Ni los Reyes (sean Borbones o Magos); ni los que gobiernan; ni los que quieren gobernar; ni los ciudadanos que siempre creen que todo lo bueno ya tenía que haber sucedido; ninguno de ellos, fue capaz de levantar la sensación plomiza de un día plomizo. Un día plomizo, ya digo, que apenas tiene sentido en esta crisis que no es más que la gran farsa de un tiempo extraño. Una crisis difícil de creer cuándo vemos la iluminación de nuestras calles capitalistas. La iluminación de una Navidad más. Que vino en forma de regalo ferroviario a 300 kilómetros por hora. Curioso regalo para los ferroviarios, que ni siquiera estaban invitados a los fastos fastuosos. Curiosos los políticos que hablan como los físicos del Renacimiento, y pontifican –o eso creen-, sobre el tiempo y el espacio, sin

VACACIONES, INVIERNO, NAVIDAD

Vacaciones. Invierno. Frío. Mi tío Cristobal venía desde Marruecos aunque a mi me parecía el tío de América. Vacaciones. Invierno. Lluvia. La nieve añorada que nunca llegaba. Emoción. Cine en la tele. Repetitivo. Todas las tardes. En blanco y negro. Los americanos siempre ganaban y conseguían milagros. “Al sur del Pacífico”. “Tora, tora, tora”... Y mi tío roncaba en el sofá, en penumbra tras la sobremesa, con las tazas del café y las copas vacías, el “Anís del mono” y el “Fundador”, los borrachuelos, los pestiños, los mazapanes y los polvorones... Vacaciones. Invierno. Y aún calor valenciano. Helor de mañana. Calor a mediodía. Helor de noche. Humildes radiadores de aceite en combate con las humildes catalíticas. Las muñecas de Famosa se dirigen al portal... La misa del gallo. La familia que venía de muy lejos. La casa sin apenas muebles. La casa amueblada. Las fiestas de la casa sin muebles y de la casa con muebles. El belén descomunal, tamaño habitación, con montes de papel de estraza

UNA NO-NAVIDAD DE CIENCIA FICCIÓN

“Ciencia-ficción”: Dos conceptos, teóricamente incompatibles, que sirven para formar un significado nuevo,   que no es ni uno   ni otro. Hace poco alguien vendía “licores sin alcohol”... -          Este año me han prohibido, no salgo, nada, fin, se acabó, adiós... -          Anda ya, no te lo crees ni tú, con lo que te gusta dar la nota; con lo vieja que eres pese a tanto leafting; con la de cosas que has inventado para que se hable tanto de ti... -          Bueno, míralo si no te lo crees –me extendió ante las narices un papel con membrete judicial, me fui a la última página, ya no aguanto las parrafadas en jerga.... Y leí el FALLO a salto de mata: “Vistos lo hechos y fundamentos de derecho, visto el informe del Ministerio Público y vistas las consideraciones realizadas por la Abogacía del Estado y la Acusación Popular..., este Tribunal decide la prohibición absoluta de la Navidad y de todos los actos derivados de dicha celebración... Esta sentencia no admite recurso...” Mi per

“Para las estrellas siempre estamos en un abismo”[1]

¿Hay algo más explicativo de la relatividad que esta afirmación? Qué haríamos sin el humor que nos salva la vida tan a menudo. Sobre todo, el humor absurdo e inteligente que de vez en cuando te recuerda lo relativo que es todo, especialmente los afanes y las carreras cotidianas que conducen a lugar incierto, cuando no a ninguna parte… A veces, la aceleración de un día es suficiente para comprender la aceleración de toda una vida. Sólo es una magnitud, así nos lo enseñaron en el “cole”. Creo que respondía a la fórmula de masa por velocidad al cuadrado... Aceleración... No es más que una magnitud... Y cuando la vida parece dedicada a meterse contigo y con los tuyos, cuando quieres huir de una realidad que te duele, esa aceleración es una paradoja irresoluble. Una de tantas. Una más. La aceleración que deseas para que borre definitivamente del calendario un mal año familiar, es la misma aceleración que hace que te reproches no haber dedicado más tiempo a la familia porque el trabajo

LO HAN DICHO EN LA TELE: ES NAVIDAD

Por destino, por azar, y por un par de aspirinas, estrené diciembre durante una noche de soledad hospitalaria, y en ese estado, me quedé atrapado viendo las noticias. ¡Ah! ¡Las noticias de la tele! Qué gran invento del hombre; consiste en que tres veces al día –como las comidas, el termómetro y la medicación-, sale un señor de traje impecable, con una musiquita -entre estruendosa e inquietante-, que te inyecta cosas variopintas del mundo: Cómo nos matamos unos a otros allí o allá, cómo nos insultamos en los parlamentos, cómo asistimos a la penúltima hambruna de la penúltima guerra, cómo atiborramos los campos de fútbol para enriquecer a las estrellas del circo, cómo nos deleitamos en las pasarelas de la moda, o damos la bienvenida a la Navidad el 1 de diciembre en diversas partes del mundo... Todo ello durante media hora más la publicidad, sin solución de continuidad, para que no pensemos demasiado y no nos haga sufrir en exceso la imagen de los niños víctimas de hambrunas, la cara d

LA NAVIDAD QUE TENÍA PRISA

Salí del agua y el calor ya era menos intenso. Me sequé. Me quedé dormido con el sabor del salitre en los labios. Con esa sensación de pereza dulce que tienen las siestas de verano inesperadas… Y cuando desperté, ¡era Navidad! Ya sé que cuesta creerlo pero fue así como pasó. Y no estoy loco. Ni dormí tres meses seguidos. Que la realidad temporal es relativa no es un argumento nuevo para los humanos. Pero a esa cosa tan difícil de comprender le habíamos unido recientemente aquello de la realidad virtual. Y, para rematar, una reforma del calendario gregoriano que habían hecho desde el Imperio llamado calendario lúdico-comercial, sí, ese calendario que decretaba el cambio estacional según como habían sido las temperaturas invernales y de repente hombres verdes con megáfonos salían por la calle gritando “ya es primavera en el …” El caso es que yo estaba en bañador delante de un tío que me ofrecía lotería de Navidad, tiritando y, curiosamente, sin que nadie se sorprendiera de mi aspect

RENACER

No sé muy bien que razón me lleva tantas veces a pensar este verbo; al menos, no soy capaz de identificar la razón consciente de valorar tanto esta palabra. Intuyo una conexión entre el renacer y la eternidad (y no me cuestiono si es la eternidad cristiana, o el eterno retorno, o cualquier otro modo de perpetuarse en el tiempo y el espacio), me importa, sobre todo, el hecho en si mismo: RENACER, que es más metáfora que realidad, como la mayor expresión de dignidad que puede tener una persona. EL RENACER cada día, recomponer las ilusiones rotas del día anterior, mirarse al espejo como un ser nuevo, distinto e ilusionado con volver a ser. Admiro a quienes son capaces de hacer esto cada día, a veces con vidas durísimas, lastradas por la enfermedad, el dolor, el trauma, la escasez, la necesidad total e incluso la nada. Cada hombre, cada mujer que es capaz de este ejercicio cotidiano es el héroe de su vida, y tomados de modo colectivo, forman el heroísmo humano como virtud, como la forma

PEQUEÑO Y DELIRANTE CUENTO DE NAVIDAD

Desde que “elcorteinglés” se apoderó de la Navidad, y el futuro dejó de ser lo que era, hay que ver que manía le hemos tomado a esta fiesta. Pero empecemos por el final, que es la única manera de entender la historia. Ayer me di cuenta de que sigo creyendo en que el amor mueve al mundo (como puedo ser tan ingenuo con 40 añitos). Y eso es porque anteayer llegué a la conclusión de que, realmente, sólo hay dos clases de personas: las que creen que el dinero mueve al mundo y las que creen que lo hace el amor. Y alguien me dijo que tenía que elegir, que no podía quedarme en el limbo de la nada. Y elegí rebelarme, como si el mismo Mr. Scrugh hubiera decidido dejar de ser el hombre malo de la Navidad. Y eso es lo que sentí recién despertado del sueño de una siesta, que nunca fue del todo sueño, sino más bien duermevela. Un sueño en el que sufría una falta de amor que me estaba helando el alma, hasta comprobar que todo era falso, que el mundo estaba lleno de gente que me quería, pero que