Desde que “elcorteinglés” se apoderó de la Navidad, y el futuro dejó de ser lo que era, hay que ver que manía le hemos tomado a esta fiesta.
Pero empecemos por el final, que es la única manera de entender la historia.
Ayer me di cuenta de que sigo creyendo en que el amor mueve al mundo (como puedo ser tan ingenuo con 40 añitos). Y eso es porque anteayer llegué a la conclusión de que, realmente, sólo hay dos clases de personas: las que creen que el dinero mueve al mundo y las que creen que lo hace el amor. Y alguien me dijo que tenía que elegir, que no podía quedarme en el limbo de la nada.
Y elegí rebelarme, como si el mismo Mr. Scrugh hubiera decidido dejar de ser el hombre malo de la Navidad.
Y eso es lo que sentí recién despertado del sueño de una siesta, que nunca fue del todo sueño, sino más bien duermevela.
Un sueño en el que sufría una falta de amor que me estaba helando el alma, hasta comprobar que todo era falso, que el mundo estaba lleno de gente que me quería, pero que me daba miedo dejarme querer... Cuando me imaginé zarandeado por un Santa Claus anglosajón, rubicundo y lleno de colesterol hasta los ojos que perseguía a los fibrosos Reyes Magos de Oriente con un fusil de asalto del ejercito USA (porque no nos engañemos -como dijo algún glorioso presidente-, el problema con los moros empezó, no en Al Andalus, sino en estos Reyes ¿Magos?, ¿de Oriente?, ¿y con uno que era negro?...uy, uy, uy,..).
Ya sabéis, la vida es el eterno retorno, la fagocitación mutua de los seres queridos, o la suplantación de la personalidad... Le llamemos como queramos, todo es lo mismo... Primero el Imperio paganizó a los dioses; luego la Iglesia sacralizó las fiestas paganas del Imperio; y en la fase final del círculo el capitalismo descubrió la verdadera esencia de la Navidad (Mr. Scrugh ya lo sabía), y reaccionó:
- ¡Cómo vamos a seguir celebrando el nacimiento de ese niño; ese zelote, ese rebelde, el que ama a sus enemigos, a los pobres, a los borrachos, a los perdedores y a las prostitutas!. ¡Ese enemigo declarado del capital que echó a los mercaderes del templo y compartía todo al cincuenta por cien!...
Y el capitalismo blanco, anglosajón y protestante decidió tomar medidas: Si no tienen bastante con nuestro cine y nuestras cadenas de hamburguesas durante todo el año, les daremos una gran bacanal navideña; que no falte de nada: colesterol, azúcar, alcohol, ácido úrico... (que sí la sangre no se concentra en el estómago, a algunos les da por pensar y eso no puede ser bueno para nadie). Y ya está bien de esos christmas melifluos de ovejitas y pastores, inventemos la felicitación navideña, por e- mail, con tías en pelotas. Y las fiestas orgiásticas en macrodiscotecas. Y un tío calvo que vaya repartiendo la felicidad en forma de dinero. Y para los depresivos, no hay problema, estamos pertrechados de psicólogos dispuestos a explicar obviedades...
-Todo vale -ordenó el General Kapital-, antes que ver resucitar el espantajo ese del comunismo, eso de que todos somos iguales y debemos disfrutar de las mismas oportunidades en la vida...
Ya despierto del todo, y aun con un nudo en la garganta, decidí pedir ayuda al mismo Eveneazer Scrugh, por aquello de que los enemigos de mis enemigos son mis amigos, y todo fueron facilidades:
- No te preocupes chaval, si tu te encargas del gordo ese de rojo, yo te devuelvo El Espíritu de la Navidad...
Y acepté el trato. Y aquí estoy. Dispuesto a celebrar la Navidad como cuando era un niño feliz... Y pensando que la vida es maravillosa aunque el año haya sido duro, o muy duro, para muchos. Y que a pesar de las crisis y los malos momentos pasados, eso es vivir. Y en ese vivir, veo tantas veces vuestras caras, oigo vuestras palabras, las risas, los consejos,... Que sólo eso, aunque no hubiera nada más, SERÍA MAS QUE SUFICIENTE PARA DECIR GRACIAS AMIGOS.
En fin, ya que sabéis el secreto guardádmelo. Mañana por la noche tengo una misión que cumplir....
¡Vivan los Magos de Oriente!.
Valencia, 23 de diciembre de 2004
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