Era jueves, 14 de noviembre de 2013. Volvía de trabajar. Caminando por la Gran Vía en dirección a Alcalá. Empezaba a hacer frío, empezaba el otoño frío que tanto se ha resistido en llegar este año en casi toda España.
Desde el Paseo del Rey el panorama de gente sin techo es desolador. Desde grandes grupos de gitanos rumanos, hasta esas personas que son ejemplo de una España rota por el estallido de la burbuja que ha servido, una vez más, para que la riqueza de unos pocos, sea la contrapartida de la ruina de tantos.
Y en un punto del recorrido veo un pequeño tumulto en la acera. A mi izquierda, un hombre se acomoda entre cartones para pasar la noche fría que le espera. Sus cuatro pertenencias, algo de comida y agua...
Avanzo hacia el tumulto un poco expectante. Paso habitualmente por esta calle a estas horas y nunca había visto semejante acumulación de gente...
Llego a la altura y caigo en la cuenta del porqué: Es la tienda de Loewe. Y fuera, en un giro mental que me devuelve a las novelas del XIX, “la plebe” se agolpa para ver el oropel de la fiesta, trajeados hombres, elegantes mujeres, glamour, tacones, joyas, burbujeantes copas, luces cegadoras, sonrisas, risas y silicona... Y la plebe fuera, fascinada por el espectáculo de cómo unos individuos de la llamada sociedad privilegiada (que horror), la high society, la jet set o lo que cojones sea, se divierte...
Me trasladé en el tiempo y el espacio. Me parecido tan absurdamente surrealista como la llegada de las chicas playboy a la selva bombardeada de napalm en “Apocalypse Now.”. Mi cerebro llevaba viendo desde largo rato todo tipo de gente necesitada; y aun me faltaban por ver algunos más antes de llegar a casa. Mi cerebro, ardió unos segundos, y las imágenes se me agolparon de modo confuso, como si la historia desordenada del Antiguo Régimen y la Revolución, de repente estallaran en un cerebro cansado de injusticia y dolor ajeno. Y vi a Mateo Morral, Alfonso XIII, María Antonieta, Robespierre, la Bastilla, la Plaza de la Cebada, el Rey Sol, una Infanta corrupta, dos, tres… Vi una guillotina ensangrentada, mientras resonaban las palabras sarcásticas de Maria Antonieta en Versalles:
- “Pues si el pueblo no tiene pan, que coma pasteles...” –Jajaja-
Y entonces alguien dijo, como quien dice algo importante:
- Mira mira mira, es Ana Mato
No me molesté en comprobarlo, tampoco habría importado. Aturdido, descorazonado, y triste seguí caminando, camino de mi casa calentita, la misma que no tienen todos aquellos que vi en mi camino. Y pensé en la sanidad desmantelada; en los jubilados de pensión mínima que no tienen prestaciones de dependencia; que pagan el copago; en los que han renunciado a sus tratamientos porque han optado por comer, aunque sea mal y aunque no se puedan medicar...
Impedí que las lágrimas me brotaran. Preferí que la rabia hiciera otra muesca en mi corazón de guerrero, para sacar de él la energía que necesitaremos en la lucha. Porque el combate va a ser largo y difícil con esta clase política sicópata, que acude a fiestas de Loewe mientras la pobreza declarada oficialmente se acerca al 30% de la población. Mientras 873.000 tarjetas sanitarias han sido retiradas. Mientras una cifra superior a 2.300 personas al día (con enfermedades transmisibles; cáncer sin tratamiento; enfermos crónicos; que especialmente afectan a pensionistas, parados e inmigrantes...), son desechados por la sanidad pública...[1]
- Mira mira, es Ana Mato (la frasecita se quedó resonando en mi cabeza)
La responsable del ministerio de Sanidad…
Y seguí caminando con mi propio pensamiento dilucidando dudas: ¿es peor el homicidio silencioso por acción o por omisión?; ¿es peor ser una pija abyecta en la fiesta de Loewe, o la agraciada con dádivas por cumpleaños y viajes de dudosa financiación?...
Preguntas sin respuesta en una fría noche…
¿Hay esperanza en el universo de la reencarnación? ¿Basta consolarse con que la eternidad de cada político corrupto, -hasta alcanzar su nirvana-, hará la justicia que nuestro descompensado sistema electoral no puede hacer? ¿Basta pensar en que a los malos les queda mucho sufrimiento que pasar, en sus sucesivas reencarnaciones, para lavar tanto daño homicida…?
Qué pena no tener una respuesta rotunda.
Era un 14 de noviembre de 2013, aunque pudo haber sido cualquier noche, de cualquier día, de este otoño que ya se enfría, casi invernal.
Con el frío del alma de los sicópatas que nos gobiernan.
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