¡SEÑORAS Y SEÑORES VIAJEROS, PRÓXIMA ESTACIÓN…!: SI ES USTED UNA OVEJA, SIGA EL CAMINO DE LAS DEMÁS OVEJAS…
Lo veo cada día que viajo en tren,
que es casi cada día. Antes de la llegada, bastante antes, incluso mucho antes,
siempre hay un “viajero nervioso”, que se levanta y comienza a recoger la impedimenta,
como si tuviera miedo a no poder bajar del tren. Y se pone en pie ya con todo
en la mano, y se va a la puerta. Y alguien más le imita. Y otro. Y siguen… Así
hasta llenar el pasillo de “nerviosos de pie”.
A veces lo hacen con tanta
anticipación que una vez fui capaz de leerme medio “Quijote”, desde que se
levantó el primer viajero, hasta que llegamos a destino.
Y alguien se preguntará ¿y a
usted que le importa lo que hagan esos viajeros? Pues me importa bastante, por
los muchos inconvenientes que producen en un espacio reducido obligados a
compartirlo:
Relato de inconvenientes e
impertinencias más o menos catastróficas típicas de “viajero nervioso”:
-
Bajan sus equipajes en movimiento, a veces por
encima de los viajeros civilizados que no tenemos prisa y permanecemos
sentados, con el riesgo de que su maleta termine en tu cabeza.
-
O con el riesgo de aterrizar completamente sobre
ti, viajero nervioso de pie más maleta.
-
En caso de frenazo brusco, además de poder
volver a aterrizar sobre ti, los eventuales daños podría terminar pagándolos el
seguro obligatorio de viajeros, que pagamos todos -nerviosos y tranquilos-, con
el consiguiente encarecimiento colectivo.
Y aun antes de llegar a la fase
de “catástrofes”, están las “pequeñas catástrofes”:
-
Que te den con el bolso, la maleta, la mochila o
el codo en la cabeza, porque estos especímenes nerviosos suele ser
desconsiderados[1].
-
Que, en función de su estatura, al buscar el
equipaje metan su axila, su pecho, su barriga o su zona genital, en la cara del
viajero tranquilo[2].
-
Que, como se aburren, se dediquen a marujear lo
que lee, habla o hace el viajero tranquilo.
-
Que impidan el paso del personal del tren,
impidiéndoles hacer bien su trabajo.
-
Que impidan el paso de viajeros civilizados que
pretenden volver a su asiento desde la cafetería o el WC…
Terminada la fase de
“catástrofes” y “pequeñas catástrofes” se abre la fase de incoherencias,
incongruencias y otros sinsentidos.
Porque, digo yo, si alguien tiene
tanta prisa que cuando va a Madrid se levanta en Cuenca para coger sitio en la
puerta (que por rápido que vaya el Ave falta casi una hora), habrá que presumir
que tiene mucha prisa, ¿no?. Entonces:
-
¿Por qué coño se para al llegar a la escalera
mecánica o la rampa rodante en lugar de seguir subiendo peldaños?.
-
Resulta, que todos los cagaprisas que te habían
metido el codo en el ojo, o estaban leyendo de reojillo en tu periódico, ahora
se detienen y forman colas en la escalera mecánica, o la rampa, mientras la
escalera tradicional y pedestre, de peldaños que se suben a pie, vaya, se
encuentra siempre vacía[3].
-
Y no sólo eso, no respetan la norma de cortesía
de dejar un lateral libre para que pase el que tenga prisa de verdad (que
seguro que los hay, incluso entre los que permanecieron estoica y educadamente
sentados hasta que el tren se paró…)
-
Y al final del ciclo de conductas absurdamente
gregarias, tenemos el enigma de las puertas de salida. Hay dos puertas.
Igualmente mecánicas. Igualmente anchas. Igualmente altas. Pues por alguna
extraña razón, todos los viajeros deciden usar la misma, mientras la otra
permanece estáticamente cerrada; hasta que llega una oveja negra, de las que se
resiste al redil… A veces (sólo a veces), suele ser cuando ya hay colapso en la
otra, algún aventurero intrépido decide seguir a la oveja negra, y hasta
contagia su efecto llamada a una parte del rebaño… Impresionante
-
Todavía, en el último suelo rodante, es fácil
adelantar al cagaprisas que te metió el sobaco en la cara para coger su maleta
cuando el tren aun pasaba por Seseña…
Y uno se vuelve a preguntar:
¿Somos ovejas? ¿O somos personas?
No somos los patitos de K. Lorenz,
porque eso implicaría que al primer cagaprisas de la puerta del tren (ese que
incluso impide que el personal de a bordo cumpla con su cometido), lo
consideremos nuestra madre. Que no digo yo que, en algún caso, no se pueda dar
la coincidencia.
Cuando veo este espectáculo casi
a diario. Y veo que los viajeros tranquilos somos minoría, me vienen tantas
ideas a la cabeza…
Recuerdo a mi buen amigo Ricardo,
que a veces emplea la metáfora de la oveja buscando su recostadero, como símil
del sentimiento tranquilizador que tiene el rebaño cuando se mueve o sestea
junto. Y lo contrapone al sentimiento de desubicación que tienes, por ejemplo,
el día que no encuentras tu sitio en la cama de un hotel. Supongo que es un
resabio de cuando cazábamos mamuts, y la manada humana se auto protegía “dentro”[4]
de la masa, como ahora hacen los ñus con los leones.
Seguramente, por esa misma razón,
cuentan que algunos bromistas -en la antigua Unión Soviética, o la España del
racionamiento-, se paraban en plena calle formando una improvisada cola que en
un rato podía sumar a cientos de personas, sin que nadie (salvo los propios
bromistas) supiera para qué o por qué estaba allí parado.
Ese útil sentido de la protección
impide descubrir el mundo nuevo, las oportunidades de cambio, los caminos
alternativos, la libertad fundamental de deambular siendo el único dueño de tus
pasos. Ese sentido gregario del conjunto pone fácil la matanza al depredador, al
terrorista, y al enemigo en el campo de batalla[5].
Uno recuerdo a tantos autores que
han escrito sobre masas. A Ortega, a Orwell, a Toffler, a Sagan… Es un asunto
recurrente de filósofos, sociólogos, politólogos, “prospectivistas” o
futuristas…, pensadores en general.
Me prometí no hacer cola desde
que acabé la “mili”, y ya lo creo que lo cumplo (salvo 2 justificadas
excepciones en 30 años). Porque tengo claro que la cola es una forma de alienación
vinculada al autoritarismo y al capitalismo. Tengo mil anécdotas de viajes
donde he aprendido mucho de cómo las masas se mueven en cada país y cuánto dice
de sus habitantes. Y otras mil de masas, más o menos groseras, en transportes
colectivos…[6]
Una observa -con paso tranquilo,
dejando que pase la marabunta, y caminando con sus propios pies-, como adelanta
-sin prisa ninguna-, a los cagaprisas que le metieron el codo en el ojo y
sonríe tontamente…
Y piensa. ¿Son personas?¿O
votantes?
Y uno se contesta.
[1]
Esto no sé si es pura coincidencia, o son “virtudes” separadas que suelen
coincidir en el espécimen cagaprisas
[2] Esta
“catástrofe”, según quien y como, puede no serlo tanto. Pero eso sería objeto
de otra reflexión.
[3]
A riesgo de parecer prejuicioso, me apostaría algo (¿…?), a que estos mismos
son los que van al gimnasio a correr sobre una cinta. Y van en coche. E incluso
suben en ascensor a la “sala de cardio” si no está en el bajo. Y luego bajan en
ascensor y se vuelven en coche. Me da que estos son, mayoritariamente parientes
de Abundio, aquel que se iba a la vendimia y, en el hatillo de la comida, llevaba
uvas de postre; primo también de ese otro Abundio que vendió el coche para
comprar gasolina…
[4] Salvo
cuando tienes la mala suerte de quedarte en el círculo exterior de esa masa,
por ser más viejo o más débil…
[5]
Por contraposición a este simple razonamiento, por buscar salida al asedio de
la masa, aparecieron los exploradores de la falange hoplita, o de la guerra de
guerrillas contra el francés, o de los boinas verdes en Vietnam... Ideas
intemporales y cíclicas: del VI a. C., y del XIX y XX d. C, tremendamente
parecidas. Como que el ser humano lo inventa, luego cae en olvido y luego lo vuelve
a inventar, o como se llame el volver a inventar algo ya inventado.
[6] Pero
todo eso será objeto de otros escritos.
[7]
Estas letras no pretenden en ningún caso ofender o molestar a nadie, por muy
cagaprisas que ese nadie sea. Mucho menos a aquellos que tienen una razón
fundada para la prisa (entre los cuales a veces me he contado). Es verdad que
esos no se detienen en las escaleras, las rampas y tapices rodantes, ni forman
colas. Bueno, si algún grosero que me ha metido el codo en el ojo en algún
viaje se ofende, pues me alegro.
Qué razón tienes, compañero!
ResponderEliminarGrcs, me he divertido leyéndote
Abrzs
Me alegra que te hay divertido, y gracias por leerme. Un abrazo.
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