Querido amigo Jose, allá donde estés.
Esta noche no nos vemos en el
tren, camino de Barcelona, para llegar a Sants a las 7:30, salir corriendo con
el petate, a por el Cercanías; para bajarnos en el Clot, y tomar un presuroso y
lento café con leche -doble de azúcar-, con una media luna “Codan”; para llegar
tarde al chozo de Sagrera -andando a oscuras por el túnel del Clot-, mientras Antón,
“nos perdonaba la vida”, aunque esa tardanza contara con su permiso…
Acabo de calcular que hará unos
27 años que no compartíamos ese viaje. El que llegaba a esas horas creo que era
el expreso de Badajoz –“El Botejara”-; creo que el malagueño salía antes, pero
necesitábamos apurar la tarde de domingo; creo que el sevillano salía más
tarde, en plena madrugada, para llegar a Barna demasiado tarde, por eso sólo
valía cuando entrabas de refuerzo.
Hacía tiempo que estos recuerdo dormían
en mi inconsciente, pero tu partida los ha despertado. Y ahora estoy, que no me
puedo dormir.
Escuchando en mi cabeza “La negra
flor”, mientras algún loco maravilloso lanza grava sobre el techo de cinc del
barracón del puto cuartel de San Andrés. Oliendo al chocolate que no provenía
de la fábrica de donuts. Quitándome el mono amarillo para quedarme, en
gayumbos, encima de la cama, en una tórrida tarde de julio, mientras me dormía
recordando a la novia que no vería hasta 15 días después.
Pasaron mil años Jose, hasta que
volví a saber de ti. Te vi un día en el Clínico. Yo acompañaba a mi madre al oftalmólogo.
Tu ibas a una revisión, ya tocado por la enfermedad. Y me impactó verte; con tu
sonrisa sincera, limpia e intacta; por encima de tu tráquea perforada. Apenas
hablamos; los hospitales no son buenos sitios para la tertulia; los dos íbamos
con prisa.
El viernes fue todo tan rápido.
Me subía al ave Madrid-Valencia leyendo que estabas en coma inducido; cuando me
bajé, leí que nos habías dejado. Así. Sin más. Sé rompió algo dentro de mi alma.
Querido amigo, te voy a recordar
por bastantes cosas. Por el malagueño de los viernes y el “botejara” del
domingo. Por los ducados. Por el barrejat del bareto que mediaba entre
el cuartel y el distrito. Por el humor, entre absurdo y surrealista, que nos
gastábamos para soportar todo aquello. Por el morro y la cerveza de “los
alicatas”. Por las tertulias políticas de cuando éramos rojos de verdad. Por
las tertulias literarias de “La Hojarasca”, o el “Makoki”…
Pero, sobre todo, te recordaré
por una pequeña rebelión, heroica, que encabezaste en una de las vías de la
playa de la antigua terminal de mercancías de Valencia Nord. Encuadro la escena
(y disculpa los fallos de la memoria…):
Vía número… ¿?, junto a la vía
19, la del depósito. Vías ya infrautilizadas en aquellos ochenta. Vías que hoy son Joaquín Sorolla y aledaños. Era la más
pegada a la senda que utilizaba la peña para acortar camino entre la calle San
Vicente, y el centro de la ciudad, a través de la estación del Norte. Nos gustaba trabajar
allí, veíamos pasar…, la vida; incluida alguna mujer; incluida alguna mujer estupenda;
incluida algún pibón… ¿Qué íbamos a hacer?, si no teníamos mucho más, o menos,
de 20 años…
Pues bien, en esa vía, donde el barro había sustituido al balasto, una mañana cualquiera, de un mes cualquiera de 1985, trabajábamos, cuando se puso a llover. Entre que sí, que no, que sigue, que se coge… Fuimos, en delegación, al “distritodemolés” (así, todo seguido), a reclamar el chubasquero amarillo de la dotación reglamentario que, por cierto, no nos habían entregado. Salió a regañadientes el hombre:
- Vuelvan al trabajo, -nos dijo-.
- No -dijiste tú-, no vamos a volver hasta que no nos de los chubasqueros que nos corresponde.
- Váyanse a trabajar, o daré parte de ustedes.
- No, no nos vamos -dijiste mientras te sentabas en el suelo, poco a poco, todos te imitamos-
Éramos un cuadro. Una colla de
chavales cabreados, pero risueños, reclamando sus derechos a quien nos los
quería ningunear. Allí, parados, fumando, con la herramienta en la mano: bates,
picos, palas. Y la determinación de decir, NO, NO NOS VAMOS HASTA QUE NO NOS
DEN LO NUESTRO. Nos corresponde. Es nuestro derecho.
Y así estuvimos, hasta que
aparecieron los chubasqueros que aquel hombrecillo atesoraba, como si fuera una
mercancía propia, cuando era la humilde dotación de unos obreros, con cuerpo de
hombres y corazón de niños…
Qué lección de tantas cosas nos
diste ese día. Reivindicar lo justo. Sin duda. Sin temor. Sin renunciar a un
ápice de lo que nos correspondía por derecho. Seguramente, éramos todos, más o
menos así: Combativos. Seguros. Peleones. Determinados.
Pero fuiste tú, y no otro, la voz
cantante de aquella pequeña rebelión, que beneficiaba a todos… Fuiste un
gigante de la solidaridad y la amistad.
Después de ese día, paso toda una
vida. La tuya. La mía. La de tantos y tantos queridos amigos que estaban allí
(Ginés, Pepelu, Chimo, Enric, Antonio...). Cada uno con su vida.
La que anteayer se te acabó.
Pero, que se acabe la vida en la Tierra,
no acaba con el vasto imperio de la memoria. Y como todo el mundo sigue vivo
mientras se le recuerda, yo te voy a recordar en tu mejor momento. Cuando eras
un chavalín fuerte, risueño y vivo, que encabezaba rebeliones por los derechos
propios y de los otros.
Querido Jose, querido José Miguel,
querido Senent: ¡Buen viaje, allá donde vayas! ¡No dejes de iluminarnos con el
fanal de las rebeliones por lo que es justo! Y recibe este fuerte abrazo de
reconocimiento y gratitud.
Mi amigo José Miguel Senent Moreno, murió el 7 de mayo de 2021
Demasiado joven
Demasiado bueno
Descansa en paz, Amigo
No lo conocía Rafa, pero con tu relato he conocido la grandeza de la amistad que compartisteis y su calidad humana.
ResponderEliminarSaludos Pili (Teruel)...😘😘
A ver si nos vemos pronto, que ya se ve más cerca el final del túnel... Besos y abrazos de las 4!!!
EliminarPues no sabía de ese memorable acto. Pero como os conocí y viví junto a vosotros, se me antoja k podría fantasear y equiparar ese notable acto de gallardía a gestas como Leonidas y sus guerreros del mono amarillo, o Blas de Lezo y su férrea defensa de lo caía del cielo, o David frente a Goliat, O SENENT Y LA BRIGADA DE VALENCIA NORD EN SINGULAR COMBATE CONTRA EL ORDEN IMPUESTO A LOS PRÁCTICOS ZAMPALOR3S.
ResponderEliminarPero de lo k ya no me acuerdo Senent es de los transbordos en las frías madrugadas de estaciones manchegas o catalanas. Pero chaval, amigo Senent tengo guardada en otra memoria nostálgica el calor y la luz k traiais cuando llegabais y dabais vida a esas estaciones semimuertas. Y DE REPENTE SE HIZO LA LUZ SENENT.
Nos vemos en el siguiente transbordo, no lo dudes, yo llevo chocolate tú acuérdate de llevar algún dulce de tu tierra.
NOS VEMOS SENENT, UN ABRAZO.
Enhorabuena por tu amistad, por tu memoria, por tu panegírico próximo a la elegía, por compartirlo. Un abrazo.
ResponderEliminarSoy Vicente Tarín
ResponderEliminarSenent, siempre en nuestro corazón.
ResponderEliminar