Querido Nacho.
Han pasado unos meses desde tu adiós. Han pasado mil cosas. La
mayoría, no te dirían nada que no supieras. Pero alguna curiosa, ha habido. Ya
te las contaré…
Pero yo no quería hablar de eso.
Solo te quería contar que esta noche estaba viendo “Superman”.
El original. El de 1978. El primero de Cristopher Reeve.
El supermán humano que vimos en el cine Serrano, con nuestros
14 añitos, sin saber nada de lo que la vida nos tenía reservado.
Y mientras la veo, con mis hijas y Ludi compartiendo sofá, en
una noche de verano, te recuerdo con la misma sonrisa burlona, que nos abría
las puertas a cada instante mejor que el anterior.
Era mucho más peliculón de lo que éramos capaces de apreciar.
Y ya lo apreciábamos…
De repente, en su primera heroicidad, cuando Lois Lane está a
punto de caer del helicóptero, y él aparece volando, con ese punto sobrado, de
sujetar el artefacto después de haberla rescatado a ella en vuelo; me vi, y te
vi, retorciéndonos inquietos de emoción en el sillón del cine. Y casi se me
escapa una lágrima. O dos…
Ahora, Tú estás allí.
Yo aquí.
Y Supermán, sigue en ambos mundos. Y trabajando en el Daily
Planet
Uniéndonos.
Que cosas, amigo querido…
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