Nadie se imagina que la vía del tren se puede mover.
Nadie se imagina que la vía del tren se puede mover con fuerza
bruta.
Casi nadie sabe que los asientos del ave en el que viaja, se mueven a golpe de palanca para ordenarlos
según el sentido de la marcha (como se acaba de mover la pareja de asientos
sobre la que se apoya el ordenador con el que escribo)…
Casi nadie sabe nada de lo que los profesionales de cualquier
tipo, hacen por el servicio que reciben. Esa despreocupación, hace el mundo
menos explicable y más injusto.
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Ripar la vía[1].
Ripar. Un concepto ferroviario que, como
tantos, casi ningún profano imagina cuántos paralelismos y ocasiones tiene para
sacarle punta.
Describo una escena frecuente en el ferrocarril de hasta los años
80: Una vía. Aparentemente rígida e inmóvil como la carretera; incluso como el
camino, la senda, o la trocha que se abre a través de la vegetación frondosa de
un monte.
Una vía que está ahí. La gente la ve. Más sólida y más quieto
que el monte Ararat.
La vía pesa tanto. Es tan de acero casi embutido en piedra.
Es tan de que por encima pasan trenes de cientos de toneladas cada día, cada hora,
incluso varias veces al día –cada día-…
Por eso. Casi nadie, exceptuando a los que saben física
mecanicista y/o cómo funciona esto de la vía, puede –siquiera- imaginar que
llegan unos tíos con unas barras de acero[2]
y una formación ferroviaria básica…
Y se llevan la vía de ese sitio…
A otro…
No estoy diciendo que se la lleven a otro planeta; ni
siquiera a otro continente; tampoco a otro país; ni menos a otra comunidad autónoma;
ni siquiera a otra provincia u otro término municipal…
Estoy hablando de mover una vía unos milímetros.
Muchísimos incluso, hasta algunos centímetros…
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Ripar la vía.
Por seguridad.
Por confort.
Porque nos da la gana.
Porque podemos hacerlo.
Como dijo el maestro Forges “los ferroviarios podemos hacer
cosas que la mayoría de los mortales ni se imagina”.
Los mismos ferroviarios que han sido colectivo -histórica y
tradicionalmente-, rebelde, insumiso, duro, luchador, valiente, sacrificado, arriesgado…
Que siempre fue capaz de demostrar una capacidad de abnegación y sufrimiento
altísima. De solidaridad infinita con los compañeros, y hasta con el viajero
necesitado de llegar a destino-
Los mismos ferroviarios que hoy, contra todo pronóstico
atendiendo su naturaleza indómita, soportamos una peste de Alta Dirección,
politizada, cobarde, ignorante, lastrada por intereses espurios que
sistemáticamente desoye los consejos técnicos para enfangarnos a todos –porque
el ferrocarril público a todos pertenece-, en aventuras arriesgadas y proyectos
megalómanos alejados de la lógica.
¿Qué nos ha pasado para soportar que se cargaran nuestro
trabajo; el buen servicio a los ciudadanos; la puesta en peligro de vidas; y el
desmantelamiento del futuro?
¿Qué nos ha pasado para no haber hecho uso de esa fuerza
bruta, simple y prodigiosamente organizada, capaz de mover la vía…?
¿Qué nos ha pasado para no organizarnos con los bolis al hombro, y haber ripado fuera del mapa ferroviario a toda
esa Alta Dirección politizada y zafia, que está acabando con todo lo que tantos
años y esfuerzos de generaciones costó crear…?
Como siempre comparto tu visión y tu opinión.
ResponderEliminarY por cierto, me alegro de trabajar contigo dia a dia para intentar ripar esta nuestra empresa que como bien sabes, ya hace tiempo que algunos están intentando descarrilar
Ahí estaremos, en el empeño de evitar el descarrilo...
EliminarTristemente certero, Rafa.
ResponderEliminarY la cosa no parece que vaya a mejorar porque, a estas alturas, ya hay suficientes estómagos agradecidos en la estructura como para que nos hagan creer que sus problemas funcionales parezcan nuestras carencias personales.
Creo que alguna vez ya lo comenté: cualquier organismo de cierta envergadura puede soportar algunos elementos inoperantes o ineficaces, pero creo que nosotros ya hemos superado el límite hace tiempo.
Los clanes políticos siguen con su tendencia absolutista y manipuladora, y esto tampoco va a cambiar.
¿Se nota que lo veo todo negro?
Un abrazo.
Peri.
¡Jajaja! Ya sabes que yo todo lo veo blanco, y entre los dos sacamos los matices de gris que sean necesarios. Suelo pecar de exceso de optimismo, y creo que el ser humano siempre está a tiempo de cambiarlo todo... La Historia está llena de ejemplos.
EliminarUn abrazo también.
Rafa estoy casi totalmente de acuerdo contigo en todo menos en una cosa, “Como dijo el maestro Forges “los ferroviarios podemos hacer cosas que la mayoría de los mortales ni se imagina” ”.
ResponderEliminarEsa caricatura de Forges la Piratee yo con el Paint ( fue uno de mis primeros pinitos como informático) y cambie la palabra funcionarios por ferroviarios, y espero que el gran maestro del humor tenga a bien perdonar mi osadía, pero al Cesar lo que es del Cesar (Para una cosa que hago y me sale bien por lo menos me siento orgulloso aunque sea un pequeño plagio)