CIUDADANO NUMERO SIETE MIL MILLONES

Hoy ha venido al mundo el ciudadano número 7000000000. Bueno ojalá pueda entrar en la consideración de ciudadano, y no de mero habitante, porque creo que ha nacido en Rusia o Filipinas (hay una disputa mediática al parecer por ajustar la hora del nacimiento..., frecuentes disputas absurdas en los medios que realmente ocultan las crueles realidades). En cualquier caso, ninguno de los dos países pueden considerarse democracias ejemplares que traten a sus habitantes como ciudadanos; un mal demasiado generalizado en el S. XXI.

Mi pequeño sobrino Hugo vino al mundo hace 19 días.

Bienvenidos al mundo.

Un mundo errático y cargado de dolores y problemas, pero en trámite de superación. Por más que nos cueste verlo; por más que la prensa oficial y los poderosos de siempre nos quieran hacer creer que estamos en una horrorosa crisis a la que pretenden aplicar las viejas soluciones de siempre, para llegar a los mismos estancamientos habituales...

No querido Sobri, y querido Nº 7.000.000.000, no os lo creáis. El año 2011 ha sido el inicio de una Revolución que ya nadie podrá detener y muchos nos conformamos con que seáis vosotros los beneficiarios de sus frutos.

Porque del mismo modo que Rómulo Augustulo, no sabía que Odoacro terminaría sentado en su trono; ni el gordezuelo y tirano Rey Sol sabía que Robespierre llevaba años afilando la guillotina; ni el despótico Zar Nicolás II imaginaba, antes de aquel Octubre rojo, cuánto poder había sido capaz de acumular el Sr. Lenin... Los poderosos de ahora tampoco saben en que punto del camino nos hallamos. Seguramente todas las revoluciones se escribieron con un guión parecido: sin que el revolucionario y el reaccionario de turno fueran conscientes de todo lo que estaba pasando; precisamente por estar en el mismo epicentro del terremoto. Del mismo modo que los poderosos de ahora, se aferran y se aferrarán a sus poltronas, pretendiendo que algunas cosas cambien para que todo siga igual.

Pero ya han llegado tarde, afortunadamente. La decadencia política y ética del mundo occidental. La vileza de un capitalismo desaforado que, presa de sus peligrosas mentiras, está muriendo de éxito, muriendo de autodestrucción. La pujanza de las economías de las otrora víctimas. La imposible censura sobre las redes sociales y la ausencia de liderazgos mesiánicos, a favor de la asamblea anónima, que sólo tiene portavoces y, por ello, no es corrompible... Todo eso son los signos del profundo cambio en gestación

Queridos niños, estamos de suerte, estamos de enhorabuena porque este mundo cruel va camino del amanecer en una nueva etapa. Y nadie lo podrá impedir, porque ni siquiera sabrán como hacerlo. Veo a todos los “Botines” del mundo, y sus secuaces -aun disfrutando de los botines que esquilmaron a los pobres y honrados ciudadanos de todo el mundo-, tratando de volver a las viejas fórmulas del pasado: a tratar de “comprar” la paz social mediante el dinero barato, los estímulos comerciales y el opio en forma de telecinco... Sin saber que el mundo ya ha cruzado el Rubicón de su madurez, para no dejarse engañar una vez más.

Esperanza niños, esperanza para todos. Ni siquiera el miedo a una reacción totalitaria, tan habitual en todos los imperios decadente, nos debe parar, para hacer nuestro trabajo: Un trabajo para el que muchos nos venimos preparando desde hace tiempo, con ilusión, con orgullo, sin miedo; por dura que sea la reacción de los poderosos “Botines”; por largo que sea el camino sin ver los resultados... Por difícil que sea, somos muchos los dispuestos a quemar hasta el aliento final, socavando definitivamente los pies de barro de este gigante llamado capitalismo, que tanto dolor y muerte ha sembrado. Y la muerte de tantos inocentes, en el día a día, desde que se inventara esa pérfida idea de la plusvalía infinita, se está transformando en la energía necesaria par el cambio.

Queridos Hugo y Nº Sietemilmillones, vais a heredar un mundo mejor de aquél al que acabáis de llegar. No os quepa duda.

¡Estáis, por tanto, estamos, de enhorabuena...!

Rafa García.

Valencia 1 de noviembre de 2011