Realmente, alguien con dos dedos de frente, cree que es capaz de sentarse cada día ante un micrófono (con cámara o sin ella), y opinar de esto, aquello o lo de más allá, con verdadera autoridad, ex catedra..., como creen hacerlo.
Pues eso es lo que hacen día a día, un montón de individuos dedicados a convertir la política en espectáculo, en todo tipo de programas de radio y televisión.
Piensa cuándo fue la última vez que escuchaste a uno de estos listillos, opinar realmente de política.
La triste realidad es que reducen sus burdos comentarios a 4 notas de agencia (las que sus líneas editoriales han decidido que “es noticia”), y sobre ellas se enredan en intrincados y aburridos laberintos donde el bipartidismo, los mercados financieros y las guerras que occidente promueve se llevan todo el protagonismo. O sea, hablan de lo que interesa a las empresas que les pagan la nómina. Generalmente con una premura de “última hora” que da vértigo, cuando no nauseas. Bueno, salvo que haya una buena catástrofe –natural o artificial-, que eso merece una reflexión aparte.
Y ese producto imposible de digerir, es lo que nos venden como opinión política... Da risa si no fuera por lo que tiene de tragedia: manipulan y mienten interesadamente; se quedan siempre en la superficie; hablan de las formas y de las estrategias, como si realmente eso fuera política; y encima, todo reducido siempre al nauseabundo bipartidismo del PPSOE, en connivencia con el nacionalismo de CIU y PNV, ese que se beneficia claramente del bipartidismo que entre los cuatro intentan mantener a toda costa porque sus partidos (auténticas máquinas de hacer dinero de maneras altamente dudosas), jamás harán nada por cambiar el sistema electoral que mantiene el status quo..., que tanto les beneficia.
Pues ese es el florido plantel de ese raro bicho llamado “tertuliano”, “contertulio” u “opinador de cualquier urgencia que mi editor me diga...” Algunos, que no tienen bastante con desplegar su actuación circense en los supuestos programas serios, ahora prueban fortuna en los asquerosos programas del corazón...
Todo esto es la peor cara de la prensa. La que sus compañeros, que realmente se esfuerzan, hasta poner en peligro sus vidas (en este y, sobre todo, en otros países totalitarios, o simplemente con menos garantías democráticas), deberían denunciar por la suciedad que aportan a la profesión...
Hay que hacer un gran esfuerzo por separar a estos elementos de los verdaderos periodistas. Hay que someter a esa profesión (como a tantas otras), a un profundo examen deontológico para separar el polvo de la paja...
Y mientras tanto: Olvidémonos de la prensa oficial y apoyemos a la prensa alternativa...
Pero en fin, cada uno es libre de ensuciarse el cerebro con lo que quiera. Quien lo tenga...
Rafa García
Valencia 06.11.11
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